“Hasta el último aliento” (1966)
“ En su nacimiento, al hombre se le concede un único derecho: la elección de su propia muerte. Pero si esta elección está dominada por la repugnancia por la vida, entonces su existencia habrá sido puramente ridícula. ” Acostumbraba Jean Pierre Melville a marcar en sus películas un enigmático preámbulo mediante una breve reseña que sirviese para dar una pista acerca de la narración que se iba a proyectar en la pantalla. Ésta que figura en el encabezado es la que decidió incluir en el prólogo de “ Hasta el último aliento ”, excelente título a partir del cual el director francés encadenaría sus mejores trabajos en el género policíaco, entre ellos el que es considerada su obra maestra, “ El silencio de un hombre ”. Melville, amante de la literatura, mutó su apellido original (Grumbach) por el del insigne autor estadounidense del siglo diecinueve (decisiones personales que, para la posteridad, confundirán a aquellas generaciones poco curiosas que creerán, a pies juntillas, su parentesco