Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2021

“Un rayo de luz” (1950)

Finalizada la película y evocando los títulos de crédito iniciales, uno reflexiona acerca de si la denuncia racista que plantea “Un rayo de luz” , cae en saco roto. Esto viene a cuento del encabezado de presentación de los intérpretes, en el que el señor Sidney Poitier no figura en el triunvirato estelar junto con Linda Darnell, Richard Widmark y Stephen McNally. Es cierto que pesa el caché, pero hablando de cargas, el amigo Sidney se echa a la espalda en esta ocasión el grueso de las apariciones y no por ello resulta tan agraciado como sus privilegiados compañeros. Joseph L. Mankiewicz dirigió al equipo técnico y artístico y, junto con Lesser Samuels, escribió el guion que fue seleccionado para optar a los premios de la Academia de Hollywood en 1950. La siempre esmerada fotografía del legendario y prolífico Milton Krasner y la música creada para la ocasión por el no menos prestigioso Alfred Newman, certifican que la 20th Century Fox puso a funcionar sin remilgos a todos sus recursos

“El aficionado” (1979)

Estar en el momento justo en el lugar adecuado y obtener la consiguiente recompensa. Eso es lo que acontece con el impactante plano con el que se inicia “El aficionado” : un ave de presa en el momento en el que da caza a una despreocupada gallina. Ese es el logro que se lleva la paciente persona que rodó las citadas imágenes.  Y así se podría afirmar que está construido el destino de los individuos afortunados, porque para el de los desdichados está escrito en las estrellas que su ubicación les pilló en los sitios más inapropiados. El cine de Krzysztof Kieślowski es tan abierto y libre que cualquier espectador puede decidir si el protagonista, Filip Mosz (Jerzy Stuhr), estaba realmente donde debía estar, o su lugar no era el idóneo cuando confluyeron su recién estrenada paternidad y el deseo de inmortalizar esos ilusionantes momentos con la cámara que se había comprado con el sudor de su frente. Mediante una puesta en escena con tintes neorrealistas, sin ornamentos, acorde al ent

“El tribunal de la comedia” (1962)

El humor británico casi siempre ha sido una garantía de éxito. La calidad de sus intérpretes y la sutil ironía que impregnan sus textos son las características principales que avalan su meritorio reconocimiento en la creación de comedias o farsas. Y eso no es moco de pavo, ya que el propio género, ya sea en su vertiente literaria, teatral o cinematográfica, ha sido y es peliagudo y difícil de abordar, ya que hay tantos sentidos del humor (y momentos predispuestos para ellos) como individuos repueblan la faz de la Tierra. De ahí que el resultado en la intentona pueda pasar de la apoteosis exultante al más ridículo de los fracasos, no suele haber medias tintas. James Hill, antes de que pasara a la posteridad por su naturalista y emocional retrato de los felinos de la selva, léase “Nacida libre” , se encargó de pasar a la gran pantalla la adaptación de la primera obra teatral de John Mortimer, “The Dock Brief” , un interesante autor que fue ascendido a la categoría de Sir, y cuyo guion