“La buena estrella” (1997)
Desafortunadamente Ricardo Franco no fue lo prolífico que uno hubiera deseado que fuera en la dirección de películas, pero a semejanza de Charles Laughton con su única e imperecedera creación, “La noche del cazador” , lo que Franco consiguió con “La buena estrella” fue la guinda perfecta a su carrera (“Lágrimas negras” no llegaría a terminarla). Un trabajo que cosechó premios en España y menciones especiales en el extranjero, concretamente en el Festival de Cannes. Pero que, no obstante, uno atisba que aun con semejante palmarés, su intensidad como referente de calidad cinematográfica ha ido disminuyendo con el paso del tiempo y no sería justo que cayera en el olvido. El guion, al que ni le sobra ni le falta nada, fue construido al alimón por el propio Franco junto a Ángeles González Sinde (cuyo cameo como indiscreta y crítica funcionaria del Registro Civil, aporta al costumbrismo del relato la consecuente dosis burocrática). En ese sentido, la narración se plantea en tres partes