“La buena estrella” (1997)
Desafortunadamente Ricardo Franco
no fue lo prolífico que uno hubiera deseado que fuera en la dirección de películas,
pero a semejanza de Charles Laughton con su única e imperecedera creación, “La
noche del cazador”, lo que Franco consiguió con “La buena estrella” fue
la guinda perfecta a su carrera (“Lágrimas negras” no llegaría a
terminarla). Un trabajo que cosechó premios en España y menciones especiales en
el extranjero, concretamente en el Festival de Cannes. Pero que, no obstante, uno
atisba que aun con semejante palmarés, su intensidad como referente de calidad
cinematográfica ha ido disminuyendo con el paso del tiempo y no sería justo que
cayera en el olvido.
El guion, al que ni le sobra ni
le falta nada, fue construido al alimón por el propio Franco junto a Ángeles
González Sinde (cuyo cameo como indiscreta y crítica funcionaria del Registro
Civil, aporta al costumbrismo del relato la consecuente dosis burocrática).
En ese sentido, la narración se plantea
en tres partes, que se corresponden con la definición del perfil de cada uno de
los personajes que ocupan los vértices de un triángulo sentimental complejo y
dramático.
Pero no es sólo la estructura
sólida del guion, sino también su efectiva traslación del mismo a la pantalla, con
un estilo sencillo, sobrio, natural, sin recargamiento en su diseño, mediante
la utilización de eficacísimas elipsis, encuadres perfectos y elegantes
fundidos en negro en los encadenados. Unas técnicas prácticamente en desuso o
de infrecuente presencia en el cine actual.
A lo mencionado hay que añadir la
sutil e idónea música de Eva Gancedo que acompaña al triunvirato de actores que
dan vida a la “tuerta”, al “guapo de cara” y al “manso”. Entre ellos, la
química que surge en las confrontaciones interpretativas de las distintas tomas
seleccionadas en el montaje final termina por consolidar una obra
verdaderamente fascinante.
“La buena estrella” se
integra asimismo en un contexto madrileñista que tanto juego y magnífico
resultado ha dado a la ficción cuando se utilizan los exteriores de la capital
y del que han tirado tantos otros (Neville, Nieves Conde, Antonio del Amo, Vajda,
Carlos Saura, Romero Marchent…)
Y finalmente, y una vez más, el
destino como telón de fondo de la trama. El encontronazo fortuito de los
personajes provocará una carambola vital en la que la fortuna del título será
determinante en el devenir del trío protagonista y cuyo resultado final no se
desviará mucho de la famosa frase de Voltaire: “Suerte es lo que sucede
cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan.”
"La buena estrella " es una de las películas más bellas del cine español y desde luego ni Resines ni Moyà han estado mejor en ninguna otra
ResponderEliminarEfectivamente, y así reivindico esta magnífica película. Tanto Mollá, como Resines vivían un momento dulce en su carrera. Resines, además, el mismo año de "La buena estrella" rodará nada menos que "El tiempo de la felicidad" y "Carreteras secundarias", ésta última de nuevo junto a una soberbia Maribel Verdú. ¡Muchas gracias por tu comentario!
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