"Retrato de una dama" (1996)
La irrupción de las plataformas
de contenidos en la sociedad ha provocado, sin lugar a duda, el descenso en la
afluencia de espectadores a las salas de cine, pero adicionalmente, habría otra
derivada negativa que podría resaltarse, quizá menos visible o notoria. Me
estoy refiriendo al progresivo e inevitable desuso de los soportes de material
audiovisual. Semejante efecto traería consigo la paulatina inaccesibilidad a
las cuidadas e interesantes ediciones de obras relevantes que se han
comercializado, y que aportan un enriquecedor valor añadido a las mismas.
Al hilo de lo indicado, y como
botón de muestra, el DVD publicado en 2001, de “Retrato de una dama”, la
excelente adaptación cinematográfica realizada por Jane Campion de la novela de
Henry James, y a cuyo respaldo documental se hará referencia más adelante.
La compleja tarea que supone
enfrentarse a una adaptación al cine de una obra mayor de la literatura clásica
es una empresa que es todo un riesgo, toda vez que, para conseguir un resultado
digno, se deberían cumplir al menos dos objetivos mínimos: intentar estar a la
altura del nivel narrativo del original universalmente reconocido; y no
traicionar en demasía el imaginario del lector. El logro de dichas pretensiones
debería conllevar la gratificación honorífica de que la mera mención del libro
llevase aparejada para el futuro la ineludible alusión elogiosa a la película.
Esto es lo que debiera ocurrir con “Retrato de una dama”.
Una de esas excelsas novelas del siglo
diecinueve, de disección detallada de la protagonista femenina escrita por un
autor masculino (“Ana Karenina”, “Madame Bovary”, “La Regenta”
…), que en manos de Campion, y por la identificación de la directora con el
propio personaje, engrandece la figura de Isabel Archer y del entorno que le
rodea.
Una cuidadísima puesta en escena,
localizaciones inmejorables, los intérpretes diligentemente seleccionados y un
guion intachable, teniendo en cuenta la exigente labor de reducir casi un
millar de páginas a algo más de dos horas de duración del filme. Por tener
tiene hasta una maravillosa e insólita secuencia de baile, asemejada en
brillantez a otros ilustres precedentes que llevaron a cabo, por ejemplo, Wyler
y Visconti en “Jezabel” y “El gatopardo”, respectivamente.
Pero un resultado tan
sobresaliente no es justificable sólo por los argumentos que pueda aportar el
que humildemente esto reseña, sino que es consecuencia, desde luego, de un
sacrificado y esforzado trabajo de muchas personas que están siempre detrás de
estos empeños titánicos. Y todo ese compromiso se puede observar en ese
documento para la historia que queda registrado en el DVD citado. Una grabación
de los tejemanejes del rodaje como pocas veces se ha podido ver, en la que se escuchan
los diálogos de la directora con los distintos intérpretes, las tensiones de
los técnicos, la angustia y nerviosismo de una leyenda como Shelley Winters,
pero sobre todo se asiste a la pasión y profesionalidad de Campion, cuyo trato
considerado y afectivo desplegado con los actores y actrices es preciso recalcar.
Y, finalmente, hay que destacar el
último fotograma de “Retrato de una dama”, que es como una preciosa
estampa impresionista de Isabel Archer, un gran epílogo para cerrar una de las
más afamadas crónicas sentimentales de todos los tiempos. La personalidad de
una dama cuya decisión amorosa (leitmotiv del relato) desencadena un verdadero
enigma. En este sentido, no cabría expresarlo mejor que con las palabras
utilizadas en “Tomás Nevinson” por Javier Marías, otro magnífico
narrador de perfiles femeninos: “(…) nunca se sabe quién siente debilidad
erótica por quién ni por qué, y todo cabe en la tierra y en la imaginación.”
Comentarios
Publicar un comentario