“El cabezota” (1982)

“Es bello el sol, la tierra, el cielo, el mar; 

es bello nacer, vivir y morir;

bello es esperar, soñar, sufrir, amar;

bello es incluso lo feo si lo sabes entender.

Hay un solo mal, tenaz, sin medida,

y es el Poder que envenena la vida.”


La autoría de estos certeros versos que sirven como preámbulo de “El cabezota” son de Fausto Tozzi, cuya novela “Capodiferro” es adaptada para la pantalla por Manuel Summers, Enrique Llovet y Francisco Lara Polop, éste último responsable de la dirección de la película. Ambientada en Asturias, más concretamente en el entorno de Cangas de Onís, la narración se centra en el contexto histórico del reinado de Isabel II y, más detalladamente, en la repercusión que supuso la reforma educativa de 1857, con la aprobación de la denominada Ley General de Educación, promovida por don Claudio Moyano.

La instauración de un sistema que sirviera para reducir el analfabetismo fue una prueba de fuego en el mundo rural, debido al inmovilismo de unas mentalidades aferradas a la tradición y opuestas a todo lo que oliera a innovación. De todo ello trata “El cabezota”, siempre desde una perspectiva sutil, inteligente y respetuosa. Lara Polop dirige, ésta, su mejor película en una filmografía en la que impera un cine desinhibido, muy propio de la época en la que desarrolló su labor creativa, esto es, mediados de la década de los setenta.  

Pero si algo hubiera que destacar del filme es el apartado musical y, en consecuencia, reivindicar la figura de Antón García Abril, compositor de reconocido prestigio internacional y autor de muchas bandas sonoras de producciones españolas. Dejando al margen su innumerable y brillantísima aportación en el ámbito de la escena y para orquesta, la excelente calidad de la música incidental de García Abril debe ser justamente iluminada, tal y como reclamó él mismo para todos sus compañeros de profesión. Nada más incuestionable que su propia opinión al respecto y que es recogida por Fernando J. Cabañas en la muy interesante biografía que escribió del músico turolense, cuando señaló que todo gran realizador cinematográfico sabe que sólo cuando los aspectos visuales y sonoros se hermanan, la obra puede verdaderamente desarrollarse a la perfección.

Concluyendo, las maravillosas localizaciones asturianas, cuyas imágenes hacen que, prácticamente, se pueda oler el aroma campestre (de la vegetación, de la lumbre, de los animales…magnífico trabajo fotográfico de Tote Trenas), las impresionantes secuencias de la caza del jabalí, así como la natural y graciosa interpretación de todos los participantes, hacen de “El cabezota” una fantástica ficción histórica, a semejanza de “La lengua de las mariposas” que se rodó posteriormente con parecidos mimbres y cuya trama tiene como trasfondo la Guerra Civil.

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