"Dejad paso al mañana" (1937)
“(…) no existe ninguna magia que pueda unir en perfecta comprensión a jóvenes y mayores. Hay un abismo entre nosotros que sólo puede cerrarse con las palabras de un gran sabio. HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE.”
De esta manera tan didáctica, mediante
la cual, muchos de los largometrajes de la época dorada del cine clásico
estadounidense prologaban sus guiones, Leo McCarey ofrecía su particular
declaración de intenciones para uno de los títulos más importantes de su
carrera.
Acerca de esta película, Miguel
Marías, en su muy recomendable monografía sobre el director californiano, refiere
lo siguiente: “Era, estoy seguro, una película que admiraban Mizoguchi,
Hawks, Lubitsch, Borzage y Stevens, y Ford, Renoir y Capra han manifestado
explícitamente su entusiasmo.”
Tavernier y Coursodon, por otra parte,
en su tratado sobre directores y guionistas del cine norteamericano, también
coinciden en subrayar la calidad de este trabajo de McCarey: “…volvamos
sobre todo a ver ‘Make Way for Tomorrow’, esa obra sublime.”
El guion, escrito por Viña
Delmar, es adaptación de una novela de Josephine Lawrence (“The years are so
long”), que fue también teatralizada por Helen y Nolan Leary. El
planteamiento se centra en la ulterior visión de un matrimonio ya mayor formado
por Lucy (Beulah Bondi) y Barkley Cooper (Victor Moore) que hace balance de su
vida, focalizando la cuestión, sobre todo, en el comportamiento de sus hijos. Marías
acierta plenamente cuando concluye que “(…) no se equivocaron al casarse y
que lo mejor de sus vidas ha sido la pareja que formaron, no sus consecuencias:
la familia a la que, sin duda, dedicaron la mayor parte de su atención, sus
energías, su tiempo y sus ingresos.”
Pero el hecho de que “Dejad
paso al mañana” se considere una joya es por el propio sello personal que
McCarey imprimía a su labor: abandono de todo sentimentalismo y, a la vez, la puesta
de manifiesto de toda hipocresía y superficialidad a través de unos personajes cuajados
de un sutil y tierno sentido del humor. Así lo ven Tavernier y Coursodon que, de
forma similar a como lo expone Marías en su libro, señalan respecto a su
estilo: “Es justamente esa negativa a dejarse ir por la vertiente de lo
melodramático lo que nos emociona de McCarey.”
Andrew Sarris, en su obra “The
American Cinema”, incorpora al director en el grupo de ilustres denominado “The
far side of paradise”, y reflexiona sobre las semejanzas profesionales con su
colega y coetáneo Frank Capra durante la década de los treinta y cuarenta del
pasado siglo veinte; antes de que les sucedieran, en cuanto a relevancia
artística, el dueto compuesto por Orson Welles y John Ford.
Al margen del comentario
puramente cinematográfico de esta reseña, no deja de resultar curioso descubrir
cómo a partir de una obra de 1937, se ha llegado a una lamentable perversión o
deriva de la lengua castellana, cuando en un pasaje ubicado en el primer tercio
de la narración, Lucy llega a casa de su hijo después de asistir a la
proyección de una película y empieza a relatar su experiencia a un nutrido y
elegante grupo de alumnos de bridge, para terminar excusándose: “I get I
shouldn’t been telling you this, cause it might spoil the picture for
you.”
Y para el final, el final. Una de
las mejores despedidas de la historia del cine, por no sentenciar de forma
definitiva que es la mejor, y así, respetar lo que en el futuro intente superar
o, al menos, igualar la misma.
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